Si hay algo que fomenta a niveles insospechados mi ansiedad 👻, es la eterna pregunta: ¿de dónde saco el tiempo para escribir? Porque una cosa es la pasión, la urgencia de contar esas historias que se acumulan en mis notas, apuntes e incluso en mi cabeza, y otra, muy distinta, es la realidad: ese trabajo que te absorbe como un Dementor de Harry Potter 🧙♂️, la lista interminable de responsabilidades y el cansancio que te cae encima como un piano de caricaturas después de un día maratónico 🎹💥.
Y, seamos honestas, esa lucha interna desgasta la voluntad. Empieza la culpa por no sentirse productiva 😔, por no cumplir con ese compromiso que hiciste contigo misma de escribir cada día. El agotamiento es real, y a veces la cabeza se queda en blanco, no por falta de ideas, sino porque simplemente estás hecha polvo. Y esto no es como esos días que les conté, en que simplemente no tengo NI IDEA sobre qué escribir (aquí te dejo el post si te lo perdiste —clic aquí—). Es que, simplemente, no doy para más.
🧠 El cerebro en modo "agotado" (o cuando el WiFi mental se desconecta)
Y la cosa se complica cuando tu trabajo también es un oficio creativo. Es como tener un grifo del cerebro abierto todo el día para la oficina 💡, pensando, resolviendo, creando para otros, hasta que al final de la jornada, te sientes seca. La cabeza, que por la mañana rebosaba de mundos y diálogos, al atardecer está en modo "error 404: creatividad no encontrada". ¿Les suena familiar? 🫠
Como muchos de ustedes ya saben, yo vengo del audiovisual. Paso los días pensando en cómo contar mejor el vídeo que estoy editando; parece fácil, pero una sola promoción de 30 segundos te puede llevar un día o dos en hacerse. Debes ver todo el material disponible (spoiler: rara vez trabajas con lo que quieres, sino con lo que tienes), luego analizar qué segmentos te sirven para contar algo, y después cómo unirlos de forma llamativa, porque debes capturar la atención del espectador en segundos. ¡Ah, y también escoger la música perfecta 🎵, los efectos de sonido, el ritmo…! En fin, es una cadena interminable de decisiones.
¿El resultado? Que al final del día, solo quiero descansar, hacer cosas sencillas, tomar una copa de vino 🍷 (o tres, no me juzguen), lo que sea por no pensar más. ¿Pero cómo compaginar eso con mi deseo de escribir? No es fácil, pero he aprendido (por ensayo y error, como todo en mi vida 😅) que no se trata de tener bloques de tiempo perfectos, sino de aprovechar los huecos que la vida te da.
✨ Trucos realistas para "ajustar tu agenda (y a ti misma)"
Cuando el tiempo “libre” brilla por su ausencia —que en mi caso es todos los días, porque el trabajo audiovisual no perdona—, uso estos trucos:
1️⃣ ¿Cómo engañar a tu cerebro?
Aunque mi método es caótico, tengo mis rituales. Por ejemplo, intento escribir siempre a la misma hora (si es posible), y me gusta hacer ejercicio al terminar mi jornada laboral. Sí, cardio y burpees 🏃♀️💦. ¿Por qué? Porque, además de cuidar mi salud, necesito que mi cerebro entienda que ya terminé por ese día. (Esto es clave cuando haces home office y tu laptop te mira desde la mesa como el Anillo Único 💍👀).
Después, me gusta compartir con mi pareja, cenar, mirar juntas algo en la tele (alguna serie que no requiera cerebro, como Love is Blind 👰♂️), y organizar un poco la cocina (odio cuánto se ensucia al cocinar 🍳). Esos momentos me ayudan a recargar un 30% mi batería emocional. No es un sistema perfecto, pero es lo que hay.
2️⃣ El método Kaizen aplicado a la escritura.
Esta es clave. Si te sientes abrumada, proponte escribir solo 10 minutos. Tú decides si es diario, interdiario, etc. Lo importante es que hagas este compromiso contigo. Diez minutos es nada, ¿verdad? Pero si a los 10 minutos la cosa fluye, ¡sigues! Y si no, ¡no pasa nada! Cumpliste tu meta y eso te hará sentir muy bien.
¿Por qué funciona? Porque vences la inercia inicial. Al final, muchos días terminarás escribiendo más, pero incluso si solo aplicas los 10 minutos, estás avanzando. (Lo aprendí de un video de TikTok que decía que los japoneses usan esto para todo… y si ellos lo hacen, ¿por qué no nosotras? 🇯🇵✨).
3️⃣ Escribe en pequeño antes de ir por tu gran proyecto
En ocasiones, debemos ser sinceras con nuestras posibilidades. Plantearnos metas gigantes (ejemplo: "escribiré una novela este mes") nos puede hacer sentir intimidadas y abandonar rápido. ¡Error!
Piénsalo así: en los videojuegos 🎮, nunca empiezas con el jefe final. Primero, matas a las Koopa Troopas, subes de nivel… y luego te enfrentas a Bowser 🐉.
En mi caso, aún me falta disciplina para trabajar en mi novela, así que decidí escribir cuentos y microrelatos primero (sin perder de vista mi meta final). Eso me dará sensación de logro y me dará impulso. Las victorias son nuestro combustible ⛽. ¡Y no olvides las recompensas! Un chocolate 🍫, un capítulo de tu serie favorita… ¡te lo mereces!
4️⃣ Enfócate (Evita el caos creativo)
¡Ay, mi relación con el foco! Creo que escribir sobre esto me hace una caradura. Soy esa escritora que quiere hacer de todo: "Escribir su novela, el post semanal para Substack, el cuento que se me ocurrió anoche y estudiar inglés"... y la verdad, incluso 100% concentrada, el tiempo no me alcanza para todo y de pura ansiedad termino viendo TikToks 🙈.
Es como cuando vas al buffet y quieres probar TODO, pero terminas con un plato tan lleno que ni sabes por dónde empezar 🍽️🤯. Sip, así mismo. El problema es que así diluyes tus fuerzas y no llegas a ningún lado.
Pero ojo (y esto es importante): antes era PEOR. Quería ser escritora + guionista + directora de cine + locutora + actriz + diseñadora de videojuegos 🎬🎮📖. Ahora al menos me limito a solo escribir. ¿Es un progreso, no? 🥺➕🐶
Moraleja: El enfoque es un músculo. Y trabajar en eso ya cuenta como victoria 🏆 (Y sí, debo estudiar inglés, lo necesito)
⏳ No te castigues: El día solo tiene 24 horas.
Y aquí viene la verdad incómoda: el día tiene 24 horas. Tenemos responsabilidades (como ese trabajo que nos paga el alquiler 💒), necesitamos comer 🍽️, dormir 😴, y no queremos convertirnos en una poeta maldita en la indigencia (aunque suene romántico en las películas 🎥).
No te sientas culpable si un día no puedes escribir. La vida es un equilibrio. A veces, esos 10 minutos en la pausa del café o media hora antes de dormir son tu único santuario. Lo importante no es la cantidad, sino la constancia.
🌟 Un último recordatorio (con abrazo virtual)
Date permiso de descansar. Ten presente que la mente necesita del ocio para poder crear. Tu historia te esperará, y cuando vuelvas, lo harás con más fuerza. Cada palabra cuenta, y cada esfuerzo por seguir creando, por pequeño que sea, ya es una victoria.
(Y si hoy no escribiste, no pasa nada. Mañana será otro día. O pasado. La creatividad no tiene fecha de caducidad.)
✨ Bonus track:
"El tiempo no es excusa, pero tampoco es tu enemigo. Es solo un compañero de viaje… un poco cabrón, eso sí." 😉
🗣️ Y ustedes, ¿cómo le roban horas al día para escribir? ¿Cuál es su truco más loco (o más efectivo)? ¡Las leo en los comentarios! 👇
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