💀 Cómo el síndrome del impostor casi mata mis sueños
Una crónica honesta sobre miedo, creatividad y trabajo real
Por años viví una doble vida: de día, profesional impecable. De noche, soñadora paralizada por el miedo. Sí, hablo del síndrome del impostor 👻. Ese miedo a sentir que no eres capaz, que te lleva a tomar decisiones seguras (y aburridas), alejándote de lo que realmente deseas. En mi caso, durante años, escribí guiones para otros mientras mis propias historias se apagaban lentamente en carpetas olvidadas.
(Spoiler: sobreviví para contarlo, pero con algunas cicatrices).
Aclaración importante 🚨: Lo de "salir de la zona de confort porque sí" no es mi filosofía. La vida no es un meme de motivación barata. Hay que ser responsables con nuestro bienestar (sí, la loquita lo dijo, y lo repito: responsables). Pero ojo: una cosa es ser prudente y otra, dejar que el miedo te paralice.
Después de mucho tiempo, empecé a preguntarme: ¿realmente estaba siendo prudente… o solo tenía miedo?
🎭 Responsable vs. temerosa: la delgada línea roja
¿Cómo distinguir entre "necesito prepararme" y "me escondo en excusas"? Es difícil y requiere mucha sinceridad de nuestra parte. Como les conté en mi primer post , estoy escribiendo mi primera novela, pero antes de esto, pasé años saboteándome.
El mecanismo de la evasión:
Mi refugio seguro: Escribir guiones y editar programas de TV (luego promociones).
Mi mentira favorita: "Esperaré a tener los contactos/tiempo/condiciones perfectas".
La cruda realidad: Era puro miedo. Punto.
No me arrepiento de mi carrera, estoy orgullosa de lo que he hecho. Conocí gente maravillosa y aprendí un montón… pero pude haber hecho más. Hoy día me doy cuenta de que me cerré a nuevas oportunidades y experiencias que necesitaba vivir. No era del todo feliz. Siempre he sido una soñadora, y ver mis proyectos acumulando polvo me entristecía, aunque me costara admitir que no hacía nada para cambiarlo.
🌀 Perfección: la trampa disfrazada de virtud
Uno de los grandes disfraces del miedo en mi vida fue el perfeccionismo. Me hacía creer que "aún no estaba lista", que "podía mejorar más", que "todavía no era el momento". Así pasaron los años.
Pensaba que, si esperaba lo suficiente, si aprendía un poco más, si me preparaba mejor… entonces estaría lista. Pero la verdad es que nunca iba a sentirme lista del todo. Fue en el momento en que entendí eso que todo cambió.
💡 La epifanía (o cómo dejé de secarme por dentro)
Descubrí algunas verdades:
Lo perfecto no existe, y perseguirlo solo me mantenía inmóvil.
No tenía que lanzarme al abismo. Solo hacía falta reclamar —aunque fuera a escondidas— un pedazo de tiempo solo para mí.
Todo lo que necesitaba ya lo tenía: Mi portátil, mi música, mi imaginación… y mis errores pasados como combustible.
El resultado: Me di permiso de avanzar, aun con dudas, aun con errores. Sé que ya no soy una jovencita, pero tampoco una estatua de sal. Aún tengo historias que contar, y ahora sé que el miedo no es una excusa válida. Sé que puedo hacerlo, sé hacerlo, solo tengo que trabajar por ello.
💪 Aleja al miedo (Serena 🥊 vs. el impostor)
No les miento: a veces el miedo me respira en la nuca 👻, me susurra inseguridades al oído... pero ahora, como Alberto en Luca, le grito: ¡Silencio, Bruno! Y sigo adelante (aunque sea a las 3 AM, entre edits de diálogos y ojeras).
(Sí, aún me gusta mi trabajo, pero ya no es mi escondite. Las noches son para mi novela. 💻✨ #AdultingConEstilo).
🗣️ Y tú... ¿Qué harás hoy para callar a tu Bruno? Cuéntame en comentarios. 👇
(Prometo leer cada respuesta. ¡Somos un ejército de soñadores!).
Serena, qué texto tan necesario.
Me vi reflejado en tantas frases… esa línea entre “ser responsable” y “esconderse en excusas” la he transitado muchas veces. Me gustó cómo lo dijiste: sin drama, pero con verdad.
Esa imagen de escribir para otros mientras tus propias historias se apagaban… duele. Y también inspira. Porque acá estás, volviendo a ellas, reclamando tu espacio.
Sobre tu pregunta: ¿qué hago yo para callar a mi Bruno?
Le escribo. Le invento un personaje ridículo. Le dejo que diga lo suyo, pero lo dejo fuera del teclado. Yo escribo igual.
Y si tiemblo, que tiemble conmigo.
Gracias por tu voz.
Todavía no domino el auto sabotaje... pero una dosis de endorfinas tras una sesión intensa de ejercicio siempre me ayuda a salir de cualquier letargo! Hermoso y honesto texto!