Ansiedad, perfeccionismo y la presión de ser suficiente
Cuando el peso de ser tú misma te deja sin aire
Todos, en algún momento, no se sienten bien. Algo los aqueja. Incluso a los creativos que dejamos en nuestro trabajo nuestras emociones más profundas 📝💔. Pero a veces esa conexión nos hace más vulnerables a los cambios internos. No me quejo —sin emociones no podría crear—, pero cuando ese dique se desborda... te arrastra como tsunami.
Para quienes ya me conocen, saben que suelo mantener el humor en mis escritos (casi siempre negro como mi café), para arrancar alguna sonrisa mientras comparto mis experiencias. Pero este texto es diferente. Mi batería emocional está al 1%. Si me tocas, me apago. 📱⚠️⚰️
¿De dónde viene este agotamiento?
Un flashback rapidito (prometo no hacer una novela cursi... aunque quién sabe 📖):
Fui la hija mayor en casa. De mí se esperaba perfección: la reacción correcta, la conducta correcta, incluso el pensamiento correcto (sí, como las esposas en Don’t Worry Darling 💍👰🤍).
Mi mamá soñaba con que fuera una mujer “de bien”: recatada, honrada, virgen hasta el matrimonio si era posible. Mi papá quería que estudiara “una carrera de verdad” (léase: con título que impresione en reuniones familiares 🎓). Ser creativa no estaba en los planes de nadie.
Crecí con la necesidad de ser perfecta 💎, de no defraudarlos. Escondí todo lo diferente en mí, todo lo que no encajaba en el molde. Lo diverso debía ser, si no erradicado, al menos silenciado.
Y no me malinterpreten: amo a mis padres y estoy profundamente agradecida. Fueron cercanos, cariñosos, grandes apoyos. Pero esperar que yo llenara los vacíos de su matrimonio y de sus propias vidas fue, y sigue siendo, una carga muy grande.
Cuando ser perfecta se vuelve una cárcel
Sé que en este punto todo parece el drama de una chica mimada con daddy y mommy issues. Puede que sí, pero eso no lo hace menos real ni menos doloroso.
Durante mi adolescencia, fui ejemplar: de la casa al colegio y viceversa, con salidas contadas y estrictamente permitidas. Dormir fuera de casa, jamás. Básicamente, el sueño de cualquier padre conservador 😇.
Mi vena creativa era celebrada... pero como hobby. "De eso la gente se muere de hambre", decía papá (como si los artistas vivieran de arcoíris y unicornios 🦄).
Así que elegí ingeniería, no diseño gráfico ni comunicación social, que era lo que realmente deseaba.
Resultado: frustración y sensación de estar atrapada. Académicamente me iba bien, incluso por encima del promedio. Pero cuatro años después, exploté como olla express olvidada en el fuego 🍲 y me cambié de carrera. Nada más y nada menos que a Artes.
Papá casi no me habló durante meses. Yo, a sus ojos, era una malagradecida sin rumbo (aunque luego terminó aceptando mi decisión… y no, no me he muerto de hambre. Todavía 🍞).
Ansiedad, recaídas y pequeñas victorias
Vivir entre lo que soy y lo que esperaban que fuera me llevó a la ansiedad. Empecé terapia para gestionar pensamientos y emociones. He mejorado mucho, pero tengo recaídas.
Hay semanas en que me siento de la patada, sin ánimos de nada. Hago solo lo justo para mantenerme operativa. Como cuando tu celular está al 5% y solo miras las notificaciones sin abrir WhatsApp 📱.
Esta semana fue así.
Y aunque soy independiente, jodidamente talentosa y brillante (porque, carajo, sí lo soy), hay días en que siento que no alcanzo. Que no puedo. Que soy un fracaso.
En esos momentos, escucho “Voilà” de Bárbara Pravi 🎵 mientras resuena en mi cabeza: “Ojalá yo sea suficiente”. Y ni siquiera decir “Cállate, Bruno” (mi mantra contra el síndrome del impostor) ayuda.
¿Qué hago en esos días?
No hay fórmula mágica. Pero estas cosas me ayudan a resistir:
• Dormir completo (en teoría. En práctica: 3 horas de insomnio y 5 de sueño ligero 😢)
• Hacer ejercicio (intento sudar mis demonios en la caminadora hasta que la ansiedad se rinda 🏃♀️💨)
• Escuchar música (🎻 Se aceptan donaciones de chocolate y vinilos de Amy Winehouse para mantener este ecosistema emocional.)
Hasta que purgo lo que siento. Porque sí, hay que darnos permiso de sentir. De no estar bien. Y reconocer que seguir en pie ya es una victoria.
Si hoy estás en ese lugar oscuro...
Recuerda que vas a tu ritmo. Que estás en un momento de cambio y es normal tener miedo. Pero créeme: vas a poder.
Quiérete mucho, perdónate y date ánimos. Porque, aunque no lo creas, vas bien.
Como decía Celia Cruz: "No hay mal que dure cien años".
Y, carajo, vamos a ser felices… o al menos a intentarlo sin culpa 🌈.
Gracias por leer hasta aquí. Hoy me salí un poco de mi estilo habitual, pero necesitaba sacar esto. Compartirlo fue un alivio.
Y ahora, a seguir creando.
Los quiero mucho 🤗💕
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Que buen artículo, me ha encantado.
Me vi reflejada en cada palabra, salvo que yo no me cambié de carrera, pero tus letras me hicieron sonreír por un momento.
Que gusto coincidir en este espacio contigo, que tengas un día suavecito ♡ continua brillando